Estilo de vida

¿Por qué a algunas personas les cuesta tanto desconectarse del trabajo?

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Terminas de trabajar el viernes a las 9 de la noche, pero no dejas de revisar tus correos electrónicos hasta las 3 de la mañana.

Aceptas conferencias telefónicas cuando estás de vacaciones, te despiertas transpirando, estresado ante las apremiantes fechas de entrega. incluso hablas en sueños de tu trabajo.

El lunes por la mañana, tienes el aspecto de haber pasado todo el fin de semana encorvado sobre tu laptop, tomando café.

Cuesta creer que alguna vez has salido de la oficina.

¿Por qué algunas personas no pueden desconectarse durante el fin de semana?

“Karoshi”

En todo el mundo, una intensa mezcla de ambiciones individuales, brutales culturas empresariales y la tecnología que permite estar accesible las 24 horas del día, está contribuyendo a crear una crisis de estrés.

El Instituto Americano de Estrés calcula que el estrés laboral cuesta a la economía unos US$300.000 millones en pérdidas de productividad cada año.

De acuerdo con una investigación de la compañía de viajes digital Expedia, tan sólo un 53% de los empleados se sienten descansados al regresar de las vacaciones.

En Reino Unido existe lo que se llama el “síndrome del sábado”: la misteriosa tendencia de los trabajadores a enfermarse en su tiempo libre y que se cree que es producto de la adicción al estrés.

En Estados Unidos existe la semana de trabajo de 60 horas, un hábito que duplica el riesgo de ataque cardíaco.
En Japón, inventaron una palabra para el problema: “karoshi”, o “muerte por estrés laboral”.

Para empleados promedio como Samantha King, directora de proyectos en una empresa de servicios financieros de Londres, Reino Unido, incluso el acto de relajarse se ha convertido en algo estresante.

“Si no tienes un estado de Facebook o una publicación de Instagram, si te alejas de las redes sociales durante la mitad del día, la gente te pregunta ‘¿Estás bien?'”, explica Samantha.

Pero, por cada colega que se queja del tedioso lunes por la mañana, hay uno de esos personajes llenos de energía con aspecto exageradamente fresco, incluso aunque tenga mucha más carga laboral.

¿Por qué ocurre eso? ¿Por qué mientras unos siguen hacia adelante otros se enferman?

“Cuando te llevas el estrés del trabajo a casa, mantienes esa respuesta psicológica activada. Si eso continúa, no será bueno para ti”, dice Jennifer Ragsdale, psicóloga en la Universidad de Tulsa, en Oklahoma, EE.UU.

Durante años, las investigaciones han comparado los relativos beneficios de los fines de semana que pasamos poniéndonos al día con el trabajo con los que pasamos descansando o haciendo otras actividades, como navegando en barco.

Pero lo que no se tuvo en cuenta, dice Ragsdale, es que “dos personas que experimentan lo mismo van a reaccionar de forma diferente”.

La recuperación

El asunto de cómo recuperarse del estrés llamó la atención de Ragsdale por primera vez en 2011, cuando se percató de las diferencias entre sus amigos. Y ha estado tratando llegar al fondo de la cuestión desde entonces.

Para realizar el estudio, 18 trabajadores de distintas industrias respondieron a encuestas digitales un domingo por la noche explicando cómo habían pasado su fin de semana y cómo se sentían.

Las actividades fueron clasificadas en dos categorías: “bajo esfuerzo” (tomar una ducha) y “relacionado con el trabajo” (organizar papeles, responder correos).

Después, esos mismos empleados se sometieron a un prueba para determinar su nivel de disposición emocional.
Les dieron una lista de sentimientos positivos (entusiasmado, interesado) y negativos (angustiado, preocupado) y les pidieron que contaran cómo se sentían normalmente.

Como era de esperar, el grupo con actitudes positivas encontraba más sencillo desprenderse del estrés laboral.

Aquellos con altos niveles de “efectos negativos” —por ejemplo, aquellos con tendencia a sentirse enfadados y frustrados y a ver lo peor de cada situación— encontraban más difícil relajarse, hicieran lo que hicieran.

Ni siquiera las actividades más simples, como ver la televisión, les permitían desconectarse del trabajo. Y prepararse para el próximo fin de semana les hacía sentirse más resentidos.

Pero no todo el mundo encaja perfectamente en una categoría u otra.

A aquellos que obtuvieron las puntuaciones más altas en actitudes positivas les resultaba más complicado percibir las tareas más difíciles como algo a dominar —como un desafío—, en lugar de como algo a evitar. Y también eran propensos a ser más holgazanes.

Tendencia a la negatividad

Ragsdale dice que esto se debe a nuestra propensión innata a la negatividad: no podemos evitar prestar más atención a las experiencias deprimentes y desagradables.

“Cada uno de nosotros evalúa las situaciones a las que nos enfrentamos de forma muy diferente. No hay una ‘manera única’ de lidiar con el estrés”, dice Ragsdale.

De acuerdo con la psicóloga empresarial Jane Clarke, para algunas personas, incluso tratar de relajarse puede llegar a ser contraproducente.

“Saber que no comprobaron el correo durante dos semanas y que tienen mucho trabajo que hacer podría ser más estresante para ellos que relajarse”, explica Clarke.

Esto es algo a lo que Corrine Mills, que trabaja como orientadora profesional en Londres, también hace referencia.
“Algunas personas no sirven para estar sentados y relajarse en una sala oscura; necesitan hacer algo activo”, dice Mills.

La especialista recomienda tener un hobby, como el yoga, o simplemente apartar tiempo para ir al parque o para hacer algo que te permita desconectar por unos minutos.

Si eres una de esas personas con tendencia a tener “efectos negativos” y que no puede relajarte el fin de semana, hay maneras de cambiar tu mentalidad.

Ragsdale recomienda enfocarse en aprender a reestructurar los pensamientos de forma positiva, tratando activamente de ver lo positivo del trabajo en lugar de quejarse sobre lo negativo.

Varios estudios demostraron que adoptar esta actitud puede reducir el riesgo de agotamiento mental e impulsar la iniciativa, la creatividad y la cooperación, tras un periodo de seis meses.

Así que, si logras cambiar con éxito tu visión sobre las cosas y limitas el estrés del fin de semana a los libros de cuentos, pronto tu mayor preocupación será qué hacer en tu tiempo libre.

Pero no te olvides de volver al trabajo el lunes.

Fuente. Zaria Gorvett | BBC Capital

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