Si el robot sobrevive a los “siete minutos de terror” que implica su descenso a la superficie, promete una misión muy diferente a todos los experimentos similares que lo han precedido.
Y aunque el vehículo parece una simple copia del Curiosity, de 2012, sus objetivos dan un giro decisivo para responder a algunas de las preguntas más fundamentales que se hacen los científicos: ¿existe o ha habido alguna vez vida en el Planeta Rojo?
Exploraciones pasadas apuntaban a descubrir condiciones de Marte que mostraran que pudo haber sido “habitable” en algún momento de su historia.
Pero Mars 2020 irá más allá: se dedicará a una búsqueda explícita de huellas de la vida.
Una búsqueda difícil
Sin lugar a dudas será una búsqueda difícil. Por ejemplo, encontrar evidencia de vida primitiva en nuestro planeta siempre atrae cierto grado de escepticismo, incluso controversia, y a menudo se requieren equipos de laboratorio del tamaño de una habitación grande para respaldar un reclamo.
Entonces, ¿cómo reaccionará la gente si un vehículo explorador encuentra algo intrigante impreso en roca de miles de millones de años en otro planeta?
El científico de la misión Mars 2020 Jim Bell, de la Universidad Estatal de Arizona, es sincero en su respuesta: “Podemos decir que encontramos una huella biológica, pero no es seguro que alguien nos crea”, dijo.
“Entonces, traigamos las muestras de regreso y, si se hacen esas afirmaciones extraordinarias, se podrán verificar”.
Esta es la estrategia para Mars 2020: encontrar algo notable y guardarlo para luego regresar a uno de los grandes laboratorios de la Tierra.
El vehículo explorador atravesará el cráter ecuatorial de Jezero (un cráter de impacto de Marte, que en el pasado albergó un lago) en busca de rocas que puedan dar fe de presencia biológica.
Los mejores ejemplos serán perforados y sellados en pequeños tubos del tamaño de marcadores de pizarra.
Estos botes se colocarán en la superficie para una misión posterior, que los recogerá y los traerá a nuestro planeta.
¿Qué puede encontrar?
Según la geóloga Katie Stack Morgan, del Laboratorio de Propulsión de la NASA, un buen ejemplo podría ser restos de estructuras en forma de cúpula finamente estratificadas asociadas con antiguas comunidades de microbios.
En la Tierra, indica, tenemos estructuras como los estromatolitos, que se forman en los bordes de lagos y lagunas saladas.
“Lo que [estos microbios] dejan en el registro de la roca son capas muy delgadas, pero con concentraciones de elementos orgánicos particulares que representan la antigua esterilla microbiana fosilizada”, comenta.
“A medida que crecen esas esterillas, básicamente forman la roca. Y entonces estamos buscando esas laminaciones finas con concentraciones de compuestos orgánicos o ciertos elementos que no se esperarían si estas cosas fueran solo abiótico, o no involucraran la vida”, agrega.
Cuando Curiosity aterrizó en el cráter Gale en 2012, los científicos no estaban seguros de su historia, cómo se formó la montaña en su centro y qué tipo de influencia pudo haber jugado el agua en la evolución de la depresión profunda.
Pero en el caso de Jezero tienen más certezas: las imágenes satelitales ilustran claramente el contorno de un gran lago y el delta que lo alimentó.
Los científicos creen que la astilla de rocas carbonatadas que parecen marcar lo que habría sido la costa del lago puede ser un sitio que ofrezca pruebas de lo que se busca.
“Cuando pensamos en carbonatos en la Tierra, pensamos en arrecifes y en aguas poco profundas y cálidas”, indica Stack Morgan.
“No sabemos si vamos a encontrar arrecifes en Marte, pero creemos que con estas aguas poco profundas donde precipitaron los carbonatos, pudiera ser que tengamos organismos que estaban utilizando ese carbonato al igual que aquí en la Tierra en ambientes de aguas poco profundas”, agrega.
El Mars 2020 ha llegado recientemente al Centro Espacial Kennedy de la NASA, en Florida, para comenzar sus preparativos finales para el lanzamiento, que tendrá lugar entre el 17 de julio y el 5 de agosto.
Será un crucero de siete meses al Planeta Rojo. Los ingenieros creen que cruzará su atmósfera poco después de las 20:30 GMT del jueves 18 de febrero de 2021.