Era un lunes 15 de septiembre de 2008, y Jeff y sus dos cofundadores estaban a punto de reunirse con dos inversores potenciales de Silicon Valley.
Conseguir la financiación se supone que iba a ser “apenas una formalidad”, recuerda Jeff, quien entonces tenía 31 años.
Pero, lamentablemente, el banco de inversiones estadounidense Lehman Brothers había colapsado la noche anterior, protagonizando uno de los momentos más impactantes de la crisis financiera global.
“Entramos (en la sala de reuniones) y fue como si se cerraran los talonarios”, dice Jeff. “La gente se preguntaba: ‘¿Se está acabando el mundo?’”.
“Mis cofundadores y yo nos miramos y pensamos: ‘Tal vez fue una mala idea. A lo mejor todo esto es una estupidez’”. Pero no lo fue.
Una idea millonaria
La idea que tuvieron Jeff y sus colegas Evan Cooke y John Wolthuis fue crear un software empresarial que ayudara a las empresas a automatizar las comunicaciones con sus usuarios, ya fuera por mensaje de texto, llamadas telefónicas o videollamadas.
Avanzando rápidamente hasta nuestros días, Twilio, con base en San Francisco, California, cotiza en la Bolsa de Nueva York y está valorada en más de US$1.400 millones.
Con unos ingresos anuales de US$650 millones en 2008, entre sus miles de clientes —más de 40.000, según su sitio web— están Uber, WhatsApp, Coca-Cola, AirBnB, Twitter, eBay y la cadena de supermercados británica Marks & Spencer (M&S)
Así que cuando, por ejemplo, recibes un mensaje de tu conductor de Uber, la tecnología de Twilio es la que hace posible esa interacción.
Lo mismo ocurre si telefoneas a M&S: Twilio se encarga del enrutamiento de la llamada. O si recibes una notificación a través de una de las numerosas aplicaciones de telefonía móvil que existen en el mercado y usan esa tecnología.
Perseverancia
Pero echando la vista atrás a septiembre de 2008, el éxito de Twilio todavía se veía muy lejano.
Cuando la financiación falló, Jeff dice que sintió como si la compañía, en la que habían comenzado a trabajar en marzo de ese mismo año, hubiera regresado al punto de partida.
Determinados a conseguir su sueño, él y sus cofundadores tomaron dinero prestado de familiares y amigos y comenzaron a desarrollar lo que los expertos llaman MVP, mínimo producto viable. Era, en definitiva, la reencarnación más básica de su idea.
Cuando esa primera fuente de dinero comenzó a agotarse, Jeff, con la aprobación de su esposa Erica, vendió sus regalos de boda.
El primer cliente de Twilio fue un hombre que había diseñado un sitio web para ayudar a la gente a encontrar sus celulares perdidos. Podías visitar la página, introducir un número, pagar US$1 y hacer sonar tu teléfono.
Jeff y sus colegas hicieron de este proceso algo más automático. El proyecto no iba a cambiar el mundo, pero un cliente es un cliente.
La gran oportunidad
En noviembre de 2008, Twilio logró un gran paso hacia adelante cuando presumió de su tecnología gastándole una broma a uno de los blogueros tecnológicos más importantes del momento, Michael Arrington, fundador del sitio de noticias TechCrunch.
Lo hizo llamándole por teléfono y haciendo sonar la canción de pop “Never Gonna Give You Up”, interpretada por el cantante británico Rick Astley. En esa época se puso de moda hacer sonar ese tema inesperadamente, un fenómeno de internet al que se llamó “rickrolling”.
La publicidad que ganó Twilio le permitió llamar la atención de la discográfica Sony Music, que llamó a Jeff al día siguiente.
“Había un tipo que era el gerente de una de sus marcas”, dijo Jeff, quien ahora tiene 41 años.
“Y me dijo: ‘Mira, estamos tratando de hacer una pequeña promoción en la que una banda grabe un mensaje de voz y se lo podamos enviar a los fans que lo pidan. ¿Podemos hacerlo?’”.
“Le dije: ‘Sí, por supuesto. Nunca había escuchado una idea así’”.
Con Sony Music como nuevo cliente, Jeff pudo volver a hablar con los inversores que antes le habían rechazado. Esta vez le dijeron que sí, y Twilio obtuvo US$1 millón de fondos iniciales en 2009.
Creció hasta alcanzar los US$261 millones de inversiones, y en 2016 se estrenó en el mercado de valores. Hoy tiene 16 oficinas en 10 países de todo el mundo y 1.275 empleados.
El modelo de negocio de Twilio le permite cobrar a las empresas por cada comunicación con un cliente.
Por un simple mensaje de texto en EE.UU., la tarifa es de US$0,0075. Eso no parece mucho, pero cuando una empresa envía mensajes a sus decenas de millones de clientes, pronto suma.
Un empresario precoz
Jeff creció en Detroit, Michigan, y su carácter emprendedor ya estaba latente cuando tenía 13 años. A esa corta edad lanzó una compañía de producción, pese a que no sabía muy bien cómo funcionaba.
“Mi primer evento fue una fiesta de cumpleaños de un niño de 3 años”, le cuenta a la BBC. “En ese entonces había acabado la secundaria y hacía videos para bodas con los que ganaba US$15.000. Así que cuando me gradué en la escuela secundaria ya tenía muchos ahorros”.
También aprendió a codificar cuando era un adolescente y escribió programas informáticos para la empresa de su padre, la cual proporcionaba software para impresoras industriales.
Jeff hizo después un curso de ciencias informáticas y de grabación de videos en la Universidad de Michigan.
Entre sus intereses empresariales destacó la dirección de una compañía llamada Notes for Free, que ofrecía a los estudiantes una nueva manera de compartir notas y material para estudiar en internet.
Más adelante ocupó altos cargos en la firma de venta de boletos StubHub y en Amazon, antes de que naciera la idea de Twilio.
El éxito de la empresa se debe en parte a haber nacido en el momento perfecto, pues emergió justo cuando las empresas se dieron cuentan de que los clientes, sobre todo los más jóvenes, preferían recibir un mensaje de texto a tener que hacer una llamada telefónica.
“Sin chanchullos”
Sin embargo, no todo fue coser y cantar. Las acciones de Twilio cayeron en 2016 y 2017 al no alcanzar los objetivos de Wall Street.
Alex Wilhelm, editor jefe de Crunchbase, un sitio web que monitorea inversiones tecnológicas, le dijo a la BBC que “a partir de mediados de 2016, Twilio ingresó en el purgatorio de Wall Street, perdiendo más de la mitad de su valor y viendo estancadas sus acciones hasta principios de 2018.
“Desde entonces, la compañía ha estado de buena racha, aumentando su valor rápidamente y recibiendo elogios tanto de medios como de inversores”.
“Twilio tiene que demostrar ahora que su múltiplo de ingresos no está peligrosamente inflado y que puede aumentar su rentabilidad con su valor de US$1.400 millones”.
Jeff dice que al personal de Twilio le motiva resolver problemas por su cuenta, sin necesidad de que los jefes les supervisen constantemente.
Para evitar la posibilidad de decisiones imprudentes, la compañía les pide a los empleados que “no hagan chanchullos”.
Es más directo que una declaración vaga como “tener integridad”, argumenta Jeff.
“Sé lo que significa la palabra integrad”, dice. “Pero, ¿sé si lo que estoy haciendo ahora mismo es íntegro? Puede ser difícil de definir. Pero los chanchullos siempre son chanchullos”.