La frecuencia cardíaca aumenta, se siente como si el corazón fuera a salírsele del cuerpo, las manos transpiran y tiemblan; hay cierta necesidad de moverse, tocarse el pelo, todos estos signos demuestran el estrés que nos producen a todos los exámenes. Es por esto que es clave poder conocer que el estrés tiene tres etapas:
- Alarma.
- Resistencia.
- Agotamiento.
Conocer las etapas del estrés es muy importante, pues este influye fuertemente en la regulación de la mayoría de las funciones del cuerpo humano. Todas las experiencias de vida, aún las pruebas más insignificantes, pueden estresar a un individuo, dado que no importan tanto los hechos en sí mismos, como la interpretación que hagamos de ellos.
Por ello, si se logra controlar el factor estresante en la segunda etapa, el estrés desaparece y nos deja fortalecidos, pero si pasa a la tercera y se mantiene por más tiempo del adecuado, habrá que pagar un precio elevado, sufriendo sus consecuencias negativas tanto en el cuerpo como en el cerebro. En ciertas ocasiones los exámenes son tan estresantes que el fracaso no se debe a que los estudiantes no sepan, sino a la gran tensión que genera enfrentar a un profesor. El miedo frente a los exámenes es algo muy común, pero para que éste miedo (tan presente cuando nos sentamos a rendir un examen) no nos deje sin las respuestas que seguramente ya tenemos luego de tanto estudio, se sugiere una lista de consejos útiles:
- Derribar falsas creencias que habrá un tribunal juzgándote cuando te sientes a dar el examen. Pensar que nada de eso es lo que ocurre en realidad. Simplemente estarán queriendo escucharte con atención lo que has preparado para ese día. Por ello, hay que pensar todo el tiempo que uno ha dedicado al estudio, y eso traerá tranquilidad.
- Para aprobar un examen será necesario estar al día con las lecturas, no faltar a clase ya que la explicación del profesor en general nos indica, nos guía qué toma, qué le interesa al docente que el alumno sepa.
- Tomar apuntes de clase, de las explicaciones de quien la dicta. Para el alumno universitario, se trata de un proceso de aprendizaje en relación a la preparación de exámenes. No son lo mismo las pruebas de la escuela secundaria que los exámenes universitarios.
- Saber diferenciar entre el miedo funcional, que es positivo, del que paraliza, el cual es negativo. El miedo es positivo cuando resulta una valiosa alarma que nos pone en movimiento para responder a los requerimientos del momento.
- Realizar una preparación en forma paulatina. No es lo mismo estudiar para un examen en pocos días, presentándose sin dormir, a puro café y mate, que hacerlo como una construcción del conocimiento de la materia.
- Es bueno para el momento del examen ir preparado psicológicamente, sentirse seguro, visualizarse, imaginarse saliendo triunfador de la situación. Si yo me presento pensando que me va a ir mal, que no voy a poder, que no sé nada, etc., será imposible salir indemne de esta situación.