Ciencia

¿Por qué es tan difícil atrapar a una mosca?

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Intenta atrapar a una mosca y te darás cuenta que -claramente- es más rápida que tú.

¿Pero alguna vez te has preguntado cómo es posible que estas diminutas criaturas, con sus minúsculos cerebros, nos ganen tan fácilmente en agilidad?

Es posible que te lo hayas cuestionado en más de una ocasión, después de haber perseguido a una mosca y haber fallado repetidamente ese chancletazo contra la pared.

La respuesta está en que estos insectos ven el mundo en cámara lenta.

Para que entenderlo mejor, fíjate en un reloj con segundero.

Como humanos, vemos a la aguja que marca los segundos avanzar a una velocidad concreta.

Pero a una tortuga le parecería que lo hace dos veces más rápido.

Y para la mayoría de las especies de moscas, cada tic ocurriría unas cuatro veces más lento que para nosotros.

De hecho, la percepción del paso del tiempo difiere dependiendo de la especie.

Esto ocurre porque los animales ven el mundo que les rodea como un video continuo.

Pero en realidad, los ojos registran imágenes estáticas y las envían al cerebro en forma de destellos, a un ritmo determinado por segundo. El promedio para los humanos es 60 destellos por segundo, para las tortugas 15 y para las moscas 250.

 

Todo es relativo

La velocidad en la que esas imágenes son procesadas se conoce como el “ritmo de fusión del parpadeo”.

Por lo general, cuanto más pequeña es la especie más alto tiene ese ritmo. Y las moscas en particular nos dejan en ridículo.

“El ritmo de fusión del parpadeo es sencillamente cuán rápido una luz se prende y se apaga antes de que se perciba como una luz continua”, explica el profesor Roger Hardie, de la Universidad de Cambridge, experto en el sistema de visión de las moscas.

Para estudiar a estos insectos, el especialista coloca diminutos electrodos de vidrio en las células fotorreceptoras (sensibles a la luz) de sus ojos y lanza destellos de luces LED cada vez más rápido.

Cada destello produce una minúscula corriente eléctrica en los fotorreceptores y las va procesando un computador.

La prueba revela que estos insectos pueden llegar a registrar 400 destellos por segundo, seis veces más que los humanos.

La visión más rápida es de una especie que literalmente se llama “mosca asesina”.

 

La más rápida

Esta es una pequeña depredadora que se encuentra en Europa y atrapa a otras moscas en el aire con reacciones superrápidas.

En su “laboratorio de moscas” de la Universidad de Cambridge, la doctora Paloma González-Bellido demuestra el comportamiento de caza de las moscas asesinas. Lo hace liberando moscas de la fruta en una pequeña caja de filmación donde las espera una hembra de mosca asesina y capta lo que ocurre a 1.000 fotogramas por segundo.

En un principio, la mosca asesina se queda quieta, pero en cuanto una de las moscas de la fruta vuela a unos 7cm de donde se encuentra, con un movimiento rapidísimo que arrastra a su presa al fondo de la caja.

Sólo observando las imágenes en cámara lenta es que uno puede entender lo que ocurre: la mosca asesina alza vuelo, rodea tres veces a su presa mientras trata de agarrarla, y finalmente la captura con sus patas delanteras.

Toda la acción se produce en un segundo. Algo que para nosotros ocurre tan rápido, la mosca lo percibe mucho más ralentizado.

Eso ocurre porque las células fotosensibles de los ojos de esta variedad de mosca tienen más mitocondria que las de otras especies. Se trata de la estructura del citoplasma encargado de suministrar la mayor parte de la energía necesaria para la actividad celular; una suerte de batería de los ojos.

La visión rápida requiere más energía que la lenta, lo que explica por qué no los ojos de todos de las especies tienen el ritmo de fusión de parpadeo más alto.

Es la dieta carnívora de las moscas asesinas la que les provee toda esa energía que necesitan las células fotosensibles de sus ojos.

Sin embargo, incluso si los humanos tuviéramos la misma cantidad de mitocondria en las células de nuestros ojos, no tendríamos una visión tan veloz como estos insectos. Y es que el diseño de las células fotosensibles de ellas y las nuestras tienen un diseño totalmente distinto.

Esa diferencia estructural tienen su origen en la evolución.

Los ojos de los antrópodos y los vertebrados, grupos a los que pertenecen las moscas y los humanos respectivamente, evolucionaron de forma muy diferente por entre 700 y 750 millones de años.

 

Teoría de las cuerdas

Los ojos de las moscas evolucionaron de tal forma que constan de unas estructuras minúsculas en forma de cuerdas dispuestas de forma perpendicular al recorrido que hace la luz al cruzar el ojo.

Estas estructuras reaccionan mecánicamente a la luz, mientras que los vertebrados tienen células tubulares con sustancias químicas que reaccionan a la luz.

Esta estructura en el ojo de la mosca es algo que Roger estudia en su laboratorio.

“Es más sensible (que la de los humanos) porque con la mínima cantidad de luz puede enviar al cerebro una señal grande y también puede responder más rápido que las (células en forma de) varillas y conos del ojo de otros vertebrados”, explica.

Hardie descubrió que la respuesta a la luz de las moscas es mecánica, mientras que la de los vertebrados es química.

Estas respuestas mecánicas permiten señales neuronales más rápidas.

Además de eso, la distancia que debe recorrer esa señal desde el ojo al cerebro es más pequeña, lo que permite a la mosca procesar la señal más rápido que los vertebrados.

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