No importa si preparaste muy bien tu intervención y dominas el tema a la perfección. Tampoco cuenta tanto que tengas una presentación con un espectacular diseño. A los pocos minutos que comienzas a hablar, tu audiencia se desconecta y da muestras de no estar impresionada por ti. ¿Qué ocurre? ¿Qué estás haciendo mal?
La respuesta puede estar en las muletillas, frases o sonidos que emites al hablar mientras unes una idea con otra. Consciente o inconscientemente puedes estar saturando a tu público con ellas, perdiendo autoridad y sintonía.
Palabras o frases como “es decir”, “o sea”, “este”, o sonidos como “humm” pronunciados múltiples veces mientras hablas, generan la percepción de que posees un precario vocabulario y de que no eres lo suficientemente competente.
“Cuando usas esas palabras como relleno repetidamente y excesivamente, creas la percepción de que no estás bien preparado”, dice Paula Statman, una asesora en vocería localizada en California. Statman agrega que las muletillas, como también se le conocen, tienden a ser un verdadero problema para algunas personas, porque sencillamente no se dan cuenta que las utilizan en exceso. “Cuando usas esas palabras como relleno repetidamente y excesivamente, creas la percepción de que no estás bien preparado”.
Sin embargo, no todo está perdido. Algunos expertos consideran que hay diversas formas de erradicar estas redundancias de tu lenguaje diario, e incrementar tu nivel de lenguaje verbal. Claro, no esperes soluciones rápidas.
Diagnosticar el problema
El proceso para utilizar menos palabras de relleno puede tomar meses. Para empezar, muchas personas no reconocen el problema. En algunos casos la persona emite un “humm” y otras utiliza palabras o frases como “o sea”, “¿verdad?, “¿me entiendes?”.
Esto ocurre cuando te encuentras sumergido en tus pensamientos, así que no es fácil reconocer tu propio lenguaje. De modo que si no estás seguro de que sufres de este mal, pregúntale a tus compañeros de trabajo o amigos si utilizas muchas veces palabras de relleno.
Por ejemplo, podrías pedirles que den una palmada cada vez que uses una muletilla. Si lo hacen en un ambiente de informalidad, podrás tener una mejor noción del problema para cuando debas intervenir en un ambiente corporativo.
“Nos sentimos tan cómodos con nuestras tendencias vocales que muchas veces las obviamos”, comenta Steven Cohen, profesor de comunicación en la Universidad de Baltimore, en Estados Unidos. Otro método para evaluar la situación es grabarte con tu teléfono y luego analizar tu desempeño. Al revisar el video es más sencillo identificar no solo las palabras recurrentes, sino también los gestos de tu cara.
Para John Bates, de una reconocida firma de entrenamiento en vocería cuyos clientes incluyen la NASA y Accenture, cuando la persona utiliza en exceso muletillas se muestra confundida o menos segura de sí que en otros momentos de su discurso.
Pausas poderosas
Muchas personas emplean muletillas mientras tratan de verbalizar un pensamiento. Es por ello que se aconseja realizar una “pausa poderosa”. En otras palabras, en vez de emitir un sonido o muletilla, intenta guardar silencio durante uno o dos segundos y luego expresa la idea que tienes en mente. “Es cosa de entrenarse uno mismo para comprender que con una pausa no se va a perder la atención de la audiencia o el respeto”, explica Statman.
Un silencio de uno o dos segundos también puede ayudar al público, porque muchas personas procesan la información de manera más lenta que la velocidad del vocero. También hay que tener en cuenta que si se utiliza la pausa, hay que demostrar que se está “presente” en la conversación, evitando distracciones que puedan fácilmente hacerte perder coherencia en tus ideas.
Miedo escénico
Aprender a manejar la ansiedad también ayuda mucho. Reconocer tu nerviosismo antes de una reunión o una conversación importante ayuda a prevenir el uso de palabras de relleno en grandes dosis. Para ello se recomienda enfocarse más en identificar cómo las palabras pueden ayudar a tus oyentes, y no tanto en cómo vas a ser percibido.
“Hay que darse cuenta de que uno va a estar un poco rígido, por lo que es mejor concentrar la atención en la audiencia”, sugiere Bates. Por su parte, Cohen recomienda anticipar el uso de muletillas. De esta manera, puedes aprender a hacer cambios en tu discurso.
A menudo las personas las emplean al inicio o al final de una oración, o mientras hacen la transición de un tópico o idea a otra. Si estás consciente de cuándo se pueden producir estos momentos de riesgo, será más fácil evitarlos. Si estás haciendo una presentación, puedes caer en las muletillas durante las etapas de introducción, conclusiones o temas complejos. En vez de memorizar la presentación completa, el consejo es poner más cuidado en esas etapas.
Dominar tus propias palabras ayuda a disminuir el riesgo de utilizar los recursos inapropiados. “Mientras más practiquemos la presentación, más cómodo nos sentiremos con el contenido”, recomienda Cohen.
Sin extremismos
Las palabras que utilizamos como relleno tampoco son prohibidas. Algunas sirven para crear una conexión con tus compañeros de trabajo y pueden hacerte menos formal o rígido. Statman no recomienda eliminar las muletillas por completo, sino quedarse con un 10%. “Quieres sonar como que eres una persona espontánea, y esa clase de autenticidad usualmente permite muletillas”.
De acuerdo con Lesley Stolz, del laboratorio de innovación de Johnson & Johnson, en Estados Unidos, el proceso de aprender a hacer pausas, -de hablar de manera más segura sin agregar palabras innecesarias- puede tomar años. Stolz trabajó con Bates, y cuenta que durante los últimos 18 años ha estado batallando para corregir su oratoria. Para ella, lograr suprimir las frases de relleno ha sido particularmente complicado.
Al inicio de su carrera profesional se esforzó en eliminar las muletillas de sus discursos, pero no estaba al tanto de lo mucho que las empleaba durante conversaciones con colegas o en reuniones de negocio.
Más recientemente se ha hecho consciente de esta situación en ambientes menos formales. “Mientras trataba de concretar un negocio las palabras de relleno se interponían en el camino. Tengo que estar permanentemente reforzando mi atención para prevenir su uso”, concluyó Lesley.