Sin embargo, se plantea un grave interrogante sobre quién debería atenderlos. La mayoría de los cardiólogos de adultos carecen de la formación pediátrica necesaria para abordar este tema, mientras que los cardiólogos infantiles no están formados para atender las patologías del adulto.
El cardiólogo Mariano Ithuralde, jefe del Servicio de Cardiología Infantil de la Clínica y Maternidad Suizo Argentina (Cymsa), destacó que “los avances en el diagnóstico y tratamiento de las cardiopatías congénitas han posibilitado su paliación y/o reparación anatómica, ya sea quirúrgica o por hemodinamia intervencionista en los primeros días de vida, cambiando su historia natural con una mejoría significativa de los resultados inmediatos y de largo plazo”.
Ithuralde dijo que “en la actualidad, la incidencia (población que nace con esta patología) se mantiene constante mientras que la prevalencia (población viva que padece de estas patologías) es mayor en adultos que en niños”.
“Esto se debe al aumento significativo de su sobrevida: actualmente más del 90 por ciento de los pacientes nacidos con cardiopatías congénitas alcanza la edad adulta. La Transposición de los Grandes vasos, una de las cardiopatías congénitas que ha modificado notablemente su historia natural, constituye un ejemplo paradigmático de este cambio ya que con una mortalidad global de más del 90 por ciento en la década del sesenta ha pasado a tener una sobrevida actual de más del 90 por ciento”, indicó el especialista.
El cardiólogo comentó que “si bien el escenario para los pacientes con cardiopatías congénitas es sumamente alentador, se plantea una nueva problemática sobre qué tipo de profesional es el indicado para atenderlos en su adultez”.
“Los cardiólogos infantiles poseen formación pediátrica, y los cardiólogos de adultos no están familiarizados con esta patología de presentación temprana de la vida. Creo que la solución no es simple y debe buscarse no sólo en la formación de recursos humanos en esta nueva disciplina, sino también en la creación de centros especializados en los cuales convivan bajo el mismo techo Servicios de Cardiología Infantil y de Adultos que puedan compartir recursos y sub especialidades en forma eficiente”, manifestó.
El especialista aseguró que la tendencia tanto en la Argentina como en el resto del mundo “va por ese camino y la meta a alcanzar no es sencilla pero sí posible.
¿Qué causa las cardiopatías congénitas?
Las cardiopatías congénitas tienen en su mayor parte origen genético, ya sea por alteraciones cromosómicas, unigénicas o poligénicas; existen además factores ambientales que pueden alterar el corazón en su desarrollo fetal, tales como la diabetes materna no controlada, el consumo de alcohol, ciertas drogas especificas y enfermedades virales como la rubéola sufridas en el primer trimestre de gestación.
“Este último grupo es de menor incidencia. El riesgo de aparición de una cardiopatía congénita en la población general es de 1 cada 100 recién nacidos vivos. Si consideramos las cardiopatías graves que requieren tratamiento médico y quirúrgico precoz, la incidencia es menor, aproximadamente uno de cada mil nacidos vivos”, dijo el especialista.
Además, Ithuralde señaló que el diagnostico médico precoz “es esencial particularmente para aquellos pacientes que requieren corrección temprana”.
“La etapa ideal (no siempre posible), para realizar el diagnóstico es durante el embarazo. El método de elección para la detección prenatal es la ecocardiografía fetal y la edad ideal es entre las 18 a 24 semanas de embarazo. Este diagnóstico es particularmente importante en las cardiopatías que requieran corrección quirúrgica precoz ya que permite una adecuada planificación del parto en forma y lugar, ya que el nacimiento en una institución con recursos humanos y tecnológicos adecuados es vital”, dijo.
Ithuralde manifestó que “en el período postnatal, el examen clínico es imprescindible, los síntomas que orientan a los médicos y enfermeras sobre su existencia son múltiples, ej.: la coloración azul de la piel, las mucosas (cianosis), respiración agitada como expresión de insuficiencia cardíaca, la ausencia de la detección de pulso en las piernas, etc.”.
NA