Cuando caminamos por las calles del barrio Cerro Leones, nos encontramos frente a un proceso de producción del territorio que durante los últimos 150 años conformó un paisaje cultural que evidencia el impacto de las culturas del trabajo minero en el medio natural. Dichas transformaciones nos permiten indagar sobre la composición socio-productiva y cultural de un territorio donde se configuró – y se reconfigura- la identidad local.
La génesis de Cerro Leones estuvo asociada a la actividad minera que comenzó a desarrollarse durante las últimas tres décadas del siglo XIX, como lo relata Hugo Nario en su libro “Los Picapedreros”. La misma debe contextualizarse con el proceso de expansión de la frontera bonaerense y la incorporación del Estado argentino en el mercado capitalista global, consolidándose así, una Economía Primaria Exportadora. En lo que respecta a Buenos Aires se puede mencionar que “la ganadería y la explotación minera fueron las bases para el despegue del modo de producción capitalista en gran escala”, como lo expone el Dr. en Antropología, Carlos Alberto Paz. Volviendo al caso de Cerro Leones podemos remarcar la importancia que tuvo la extracción minera para el “desarrollo local” en estrecha vinculación con la Inmigración de ultramar de la segunda mitad del siglo XIX.
El proceso migratorio promovido por la Generación del Ochenta mediante políticas de Estado tendientes a poblar un “desierto” despoblado mediante prácticas estatales etnocidas, tuvo consecuencias importantes en la conformación de la mano de obra y el desarrollo minero local. Fueron inmigrantes italianos, montenegrinos y españoles quienes trabajaron en forma manual el granito para la producción de adoquines, cordones y granitullo. Un aspecto importante a considerar es el funcionamiento de las redes migratorias como también, la articulación entre los diferentes grupos étnicos y su especialización laboral dentro del subsistema minero.
Un hito importante para el desarrollo minero local fue la llegada del ferrocarril a la ciudad de Tandil en 1883, produciéndose una creciente demanda de granito para las calles de Buenos Aires, las avenidas y diagonales de ciudad de La Plata- flamante capital provincial desde 1882- y el empedrado de otras ciudades de la provincia de Buenos Aires. La conectividad que produjo el ferrocarril repercutió en la actividad minera local y en especial en nuestra área de interés, como bien lo plantea Hugo Nario: “en Cerro de los Leones se radicó Abelardo Maderni y fue quien concibió la idea de llevar ramales ferroviarios desde la estación a las canteras”, de modo que La Movediza y luego Cerro Leones quedaban conectadas a las vías férreas, facilitando la salida de la producción canteril.
La producción minera artesanal en Cerro Leones se fue incrementando hasta alcanzar su auge productivo durante las dos primeras décadas del siglo XX, produciéndose su declive hacia finales de los años veinte. A partir de 1930 comienza el proceso de industrialización de la minería local -en concordancia con lo que sucede a escala global –abocado a la producción de la piedra triturada, asociada a la expansión del concreto asfaltico y el hormigón armado. Dichos cambios tecnológicos produjeron transformaciones en el mundo del trabajo, entre las cuales podemos mencionar migraciones de Picapedreros hacia la ciudad de Mar del Plata para la extracción de piedra blanca y un impacto ambiental de mayor envergadura, como bien han planteado investigadores locales-Villalba, Ulberich y Bravo-, “cambia la escala de producción y esto trae aparejado un cambio en los volúmenes de roca extraídos y se profundizan los frentes de extracción con los consecuencias para el paisaje serrano”.
El desarrollo minero del barrio Cerro Leones continuó hasta su cierre en el año 2000, en un contexto marcado por un modelo económico neoliberal. El mismo produjo cambios y reconfiguraciones económicos, sociales y culturales, que pueden ser abordados desde una perspectiva antropológica tomando como insumo las vivencias y las tramas de significados mediante las cuales sus pobladores construyen su identidad colectiva y se posicionan frente a las problemáticas y conflictos actuales.
Desde la Maestría en Antropología Social de la Facultad de Ciencias Sociales de la UNICEN puede producirse conocimiento sobre problemáticas locales y regionales en articulación con lo global, desde una concepción que -tomando el aporte del doctor en Antropología Marcelo Sarlingo- nos permite “poner en diálogo ideas y prácticas relacionadas con el ambiente, el paisaje, los ecosistemas, el patrimonio y la naturaleza”.
Instancias como las Primeras Jornadas de Tesistas de posgrado en Ciencias Humanas y Sociales de la UNICEN constituyen espacios fundamentales para un intercambio teórico y metodológico que permite fortalecer la producción y divulgación del conocimiento científico en nuestra región.