Como consecuencia del gran desarrollo que ha tenido Internet en los últimos años, los medios de comunicación deben adaptarse a las demandas del mercado y hacer circular el mismo contenido mediante diversos formatos.
Los dispositivos móviles hacen posible este fenómeno debido a que se configuran como herramientas indispensables para el acceso a la red, ya que facilitan la movilidad y ubicuidad. Es decir, actualmente es posible conectarse a internet en cualquier momento y lugar y los usuarios pueden acceder a la información proveniente de los medios de diferentes maneras y en múltiples contextos.
De esto se trata la convergencia cultural, de tener la posibilidad de encontrar el mismo contenido en diferentes medios. Usted como lector se preguntará ¿De dónde proviene este concepto? Marshall McLuhan, junto con Henry Jenkins y Neil Postman (entre otros) analizan, con base en la Ecología de los Medios, la convergencia cultural como un complejo ambiente comunicativo. Según Jenkins: “la convergencia es el flujo de contenido a través de múltiples plataformas mediáticas, la cooperación entre múltiples industrias mediáticas y el comportamiento migratorio de las audiencias mediáticas, dispuesta a ir a cualquier parte en busca del tipo deseado de experiencias de entretenimiento”.
¿Cuáles son sus ejes fundamentales?
Tengamos en cuenta que por convergencia entendemos un proceso, mediante el cual se modifican tanto los modos de producción como el modo de consumo de los medios ya que los destinatarios asumen un papel de “prosumidores activos”. La palabra “prosumer” deriva de una combinación de dos palabras diferentes: Producer (productor) y Consumer (consumidor).
Existen dos ejes que resultan inevitables cuando hablamos de este fenómeno: Por un lado, la cultura participativa que se basa en la capacidad de los usuarios de ser “prosumers” y de interaccionar conforme a un nuevo conjunto de reglas no tan específicas y, por el otro, la inteligencia colectiva, la cual se fundamenta en la idea de que cada persona tiene diferentes capacidades y, como nadie sabe todo, se puede realizar una relación entre los usuarios con el objetivo de lograr un conocimiento compartido, colaborativo y eficaz.
Ahora bien, para fundamentar la convergencia cultural tenemos que tomar de referencia la metáfora ecológica de los medios, la cual sienta sus bases en dos interpretaciones: entender a los medios como especies y, al mismo tiempo, como ambientes. ¿A qué nos referimos cuando hablamos de esto? Los medios deben considerarse como especies que conviven en un mismo ecosistema y establecen relaciones entre sí, al mismo tiempo, crean un ambiente que rodea al sujeto y modela su percepción y cognición.
Carlos Scolari, uno de los principales defensores de esta teoría, sostiene que al momento de usar la metáfora de “ecosistema” hay que tener en cuenta que no todo está en el mismo nivel, por el contrario, al igual que en cualquier ecosistema, hay jerarquías, conflicto y lucha por la supervivencia. Para tener una idea de los conflictos que atraviesa el ecosistema mediático basta con ver lo que está sucediendo actualmente con la industria discográfica, el cine y hasta la mismísima televisión.
Tenemos que entender a la convergencia cultural como un ambiente comunicativo complejo que posibilita tanto nuevas formas de inclusión social como el desarrollo de nuevas sociedades. La convergencia altera los procedimientos operativos tradicionales de las industrias mediáticas y la forma en que la gente se relaciona con los medios de comunicación, ya que los usuarios (prosumidores) descubren nuevas formas de colaboración y participación.